La luz de neón se produce en unos tubos que contienen neón y otros gases enrarecidos que, mediante electricidad, dan una luminescencia brillante. El neón produce una luz encarnada, y es el gas que le da el nombre a este tipo de rótulos, pero también se pueden generar otros colores a partir de otros gases como el helio (amarillo), dióxido de carbono (blanco) y mercurio (azul). Los tubos de neón pueden curvarse para formar letras o dibujos y es por ello que se usan principalmente para hacer rótulos llamativos y multicolores. Estos rótulos de neón fueron especialmente populares entre 1920 y 1950.

¿Cómo nacieron los rótulos de neón?

Luego de que William Ramsay y Morris W. Travers descubrieran el neón en 1898, se comenzaron a investigar sus propiedades, usando tubos de descarga eléctrica de gas (semejante a los tubos usados hoy) y, lo más importante, se estudiaron los colores de luz que emitían.

Tras la escasez de gas neón puro en 1902, la empresa francesa Air Liquide, comenzó a producirlo en cantidades industriales y colocó dos tubos de brillante neón encarnado, de 12 metros de longitud cada uno, en el Salón del Automóvil de París. La empresa también resolvió problemas técnicos que acortaban la vida útil del neón y de algunos otros tubos de descarga, dando nacimiento de modo efectivo a la industria de la iluminación por neón.

En 1915 se registró en EE.UU. una patente que protegía el diseño de los electrodos para la iluminación por descarga de gas, convirtiéndose en la base para el monopolio de la compañía.

Posteriormente, se crearon muchos más colores utilizando otros gases además del neón, con lo que esta técnica se utilizó durante el resto del siglo y hasta el día de hoy para iluminar anuncios llamativos tanto en exterior como interior.

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